jueves, 3 de noviembre de 2016

Esteban Pavletich
Resultado de imagen para esteban pavletich
Nació en la ciudad de Huánuco en 1906, hijo de Esteban Pavletich Stiglich, un inmigrante yugoslavo, y Josefa Melida Trujillo Vega, nativa de Huánuco.
En 1925 fue representante de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, lo que origina su temprano encarcelamiento en la Isla penal del Frontón y su posterior deportación a Panamá. Es allí donde comienza su peregrinaje, participando de diversos movimientos estudiantiles y sindicales de distintos países de Latinoamérica. En 1945 es elegido diputado por el Departamento de Huánuco, y luego desaforado por el gobierno entrante. Fue agregado cultural en las ciudades de Quito, Bogotá, La Paz y Santiago de Chile. En 1959, su novela "No se suicidan los muertes" ganó el Premio Nacional de Novela. Además, fue director del diario oficial "El Peruano" durante el segundo gobierno del presidente Manuel Prado.
Falleció en la ciudad de Lima el 8 de febrero de 1981.
Obra
Poesía
  • 6 poemas de la revolución (1927)
  • Revelación de Kotosh (1964)
Cuento
  • Tres Relatos (1959)
  • La Verruga (1962)
Novela
  • Extraño caso de amor (1954)
  • No se suicidan los muertos (1957)
Ensayo
  • Autopsia de Huánuco (1937)
  • Emiliano Zapata precursor del agrarismo americano (1959)
  • Bolívar periodista (1960)
  • Un tal Gabriel Aguilar (1967)
  • La Picaresca y la Ascética en la conquista de América (1990)
Biografía Histórica
  • Leoncio Prado (1939)
Illathupa
Resultado de imagen para inca illathupa
Illa Túpac Inca o Yllatopa fue un caudillo inca, capitán de Manco Inca, que encabezó la resistencia contra los españoles en Huánuco.
Cerco de Lima
Su nombre aparece en las Crónicas de Indias, cuando participa de una expedición enviada por Manco Inca para desalojar a los españoles de la costa. Bajo las órdenes de Quizu Yupanqui y junto a otro capitán, Puyu Vilca, se dirigen por la sierra central hacia Lima (1536).
Tomadas las montañas que rodean a la ciudad, Illa Túpac dirige el ataque bajando desde Quives, pero ante los resultados adversos y la muerte de su líder, junto con otros capitanes deciden la retirada hacia la sierra, no sin antes enterrar a sus muertos en Puruchuco.
En Huarochirí
Posesionado de la sierra de Lima, tenía como propósito obstruir todo intento de ayuda a los españoles cercados en el Cuzco por Manco Inca. Francisco Pizarro envió a Alonso de Alvarado con 350 hombres bien equipados, constituidos por hombres de a pie, caballeros y ballesteros para desbloquear el camino. Illa Túpac los enfrentó hasta en dos oportunidades, la segunda de las cuales, en el paso de los Olleros (15 de noviembre de 1536), aunque no pudo evitar que Alvarado prosiguiese hacia Jauja a unirse con sus aliados huancas.
Ante las represalias de Alvarado y el exterminio en la hoguera de 1.000 orejones incas, asesinados por los mismos huancas, Illa Túpac decidió marcharse hacia el norte.
En Huánuco y sus Comarcas
Resultado de imagen para inca illathupaLa resistencia inca en esta región de 1537 a 1545 fue sin duda la más tenaz y sangrienta de la guerra de reconquista cuyo héroe epónimo fue Illa Thupa, miembro del más rancio linaje de los incas. Este capitán héroe del cerco de Lima y de la lucha contra el mariscal Alvarado para impedir que éste llegara el Cusco, quizás a fines de 1537- se retiró a la región de Huánuco donde estableció su cuartel general. En 1538, batió al capitán Mercadillo y castigó sus crímenes y depredaciones. En 1539, al mariscal Alvarado que iba continuar la conquista de los Chachapoyas e hizo fracasar a la ciudad española fundada por Gómez de Alvarado en el tambo de Wanacopampa (Huánuco) 20. A mediados de este año, batió también al genocida Francisco Chavéz en la provincia de Conchucos, que según el dominico Tomas de San Martín y otros testimonios, cometió atrocidades, exterminó niños y poblaciones en el vano intento de sofocar el espíritu nacionalista de los peruanos de esta región 21. R. Porras, repudiando el terror criminal de este capitán- pariente de los Pizarro - dice: “No respetó ni a mujeres ni a niños, y aún recurrió al auxilio de los perros, las casas fueron saqueadas, robados los campos y ahorcados muchos pobladores. Era la respuesta española a la insurrección de Manko. Cuéntase que Chávez, hacía que los niños a quienes debían ejecutar pronunciasen antes de morir su fatídico nombre”22. En 1540, Illa Thupa en respuesta a este genocidio siguió combatiendo con más valor y sin amilanarse ante el poder y crueldad de los enemigos. En este año hizo fracasar la marcha de Gonzalo Pizarro a Quito y lo obligó a desviarse desde la serranía de Wari hacia la costa. Igualmente organizó a los curacas, para que amagaran la ciudad de Trujillo y para demostrar que la guerra seguía contra los españoles (Cieza de león. Guerra de las salinas. Cap. LXVI. Zárate. Lib. 194, p. 493, Gómora 1946, p. 242).23 La lucha de Illa Thupa contra los enemigos se prolongó hasta 1543, año en que fue apresado por el capitán Juan de Vargas enviado contra él por Pedro de Puelles el fundador de la actual ciudad de Huánuco. Lo que no se sabe lo que le ocurrió a este valeroso capitán Inka, es muy posible que se salvara de la represalia enemiga, pues según el cronista A. De Zárate, al año siguiente estaba libre y había tomado el partido del Virrey Blasco Núñez de Vela, al que le informó de los planes del pizarrista Pedro Puelles en las comarcas de Huánuco. Su muerte aún no ha sido esclarecida.
Hermilio Valdizán
Resultado de imagen para hermilio valdizan
Fue hijo de Hermilio Valdizán y de Juana Medrano. En 1890 inició sus estudios primarios en su ciudad natal. En 1894 se trasladó a Lima, donde estudió la secundaria en el colegio dirigido por Pedro A. Labarthe. Luego se dedicó a la enseñanza en el mismo plantel, y al periodismo, hasta 1903, en que ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos. En 1909 se graduó como bachiller en Medicina con la tesis "La delincuencia en el Perú", y optó por el título de médico cirujano al año entrante.
Fue becado por el gobierno peruano a Europa para que se especializara en psiquiatría y neurología, disciplinas que por entonces no se cultivaban en el Perú. En el viejo continente estuvo entre 1911 y 1914. En la ciudad de Bolonia, Italia, asistió a la Escuela Italiana de Enfermedades Mentales y del Sistema Nervioso; también estuvo en Francia y Suiza, haciendo sus prácticas en diversas clínicas, hasta especializarse en psiquiatría.
Tras el estallido de la primera guerra mundial regresó al Perú y se graduó de doctor en medicina, el 27 de noviembre de 1915, gracias a su exitosa tesis "La alienación mental entre los primitivos peruanos". Creó asimismo el primer consultorio externo de enfermedades nerviosas y mentales en el Hospital Dos de Mayo (del que pronto llegó a ser médico residente) y fundó la cátedra de Enfermedades Nerviosas y Mentales en la Universidad Mayor de San Marcos (1916). Junto al doctor Honorio Delgado fundó el Seminario Psico-pedagógico con el fin de guiar a los maestros en la orientación de los educandos y dar impulso al movimiento de higiene mental.
A partir de 1921, dirigió el Asilo Colonia "Víctor Larco Herrera", en el Distrito de Magdalena, para enfermos mentales, y posteriormente fue nombrado director del Hospital Psiquiátrico del mismo nombre. Reformó las técnicas de tratamiento de los enfermos mentales, sustituyendo las camisas de fuerza, el cepo y otros métodos por sistemas más científicos.
Falleció prematuramente, a los 44 años de edad, víctima de una enfermedad del corazón.
Obras Escritas
Adicionalmente a su importante labor médica, se dedicó al estudio de la historia de la medicina peruana y del folclore médico. Hizo también labor de periodista desde su juventud acechada por la pobreza y enaltecida por la vocación científica. Fue cronista en el diario El Tiempo donde firmó como X. X., y en La Prensa, bajo el seudónimo de Juan Serrano.
Asimismo, contribuyó a fundar los Anales de la Facultad de Medicina, del cual fue secretario de redacción (1918). En 1920 publicó junto con Honorio Delgado el primer número de la Revista de Psiquiatría y disciplinas conexas. De 1922 a 1926 editó la revista Unanue, consagrada a la historia de la medicina peruana.
Igualmente realizó una enorme labor de investigación en torno a la historia de la medicina peruana, que plasmó en numerosas obras. A continuación mencionamos sus principales obras:
  • La delincuencia en el Perú (1909), ensayo bien documentado donde estudia los diversos factores de la criminalidad en los grupos sociales del Perú, principalmente en la raza indígena.
  • "Las perversiones sexuales en los primitivos peruanos" (1911)
  • Los problemas médicos del matrimonio (1912)
  • La Psiquiatría en el Perú (1912)
  • Un psichiatra del secolo XVI (1913)
  • El arte del barbero (1913)
  • Martín de Porres cirujano (1913)
  • De otros tiempos… (1914)
  • Locos de la colonia (1919)
  • La Medicina popular peruana (1922, en tres volúmenes, en colaboración con Ángel Maldonado).
  • Una recopilación de las obras del doctor José Casimiro Ulloa, en dos volúmenes (1924-1925).
  • Diccionario de Medicina Peruana, en seis tomos, de los cuales en vida del autor solo salió a la luz pública el primer tomo en 1923. El segundo tomo apareció en 1938, y el resto de la obra fue publicado por fascículos en los Anales de la Facultad de Medicina, desde 1957. Es una obra que reúne abundante información biográfica, bibliográfica, etimológica, folklórica y médica.
  • Los médicos italianos en el Perú (1924)
  • Historia de la Facultad de Medicina de Lima 1811-1911 (1925, en tres volúmenes).
  • El doctor Hipólito Unanue (1926).
  • Apuntes para la bibliografía médica peruana (1928)
  • Hacia una reforma de los estudios médicos (1928),
  • Crónicas médicas (1929)
  • A ti, que eres padre (1934)
  • Historia de la medicina peruana (póstuma, 1944).
Fue un hombre siempre sabio, humilde, honesto, trabajador y disciplinado. Supo ser gran médico, al mismo tiempo escritor, limpio, fácil y muy ameno, como también profundo investigador serio y seguro de sí mismo. Lamentablemente falleció dejando su obra truncada.

    Leoncio Prado Gutiérrez
    Resultado de imagen para leoncio pradoBiografía
    Leoncio Prado nació en Huánuco el 24 de agosto de 1853 e ingreso al Colegio Guadalupe de Lima a la edad de 9 años. Fue hijo natural del General Mariano Ignacio Prado (presidente del Perú en los períodos 1865-1868 y 1876-1879) y de María Avelina Gutiérrez.
    A los doce años, Leoncio Prado ya era cabo en el Regimiento de Lanceros de la Unión. A los trece años dejó el Colegio Guadalupe para combatir contra los españoles en la escuadra que navegó al sur de Chile y participó en el combate de Abtao, fue ascendido a Guardiamarina.
    Luego participó en el combate del 2 de mayo de 1866 en el Callao y fue ascendido al grado de Alférez.

    Niñez

    Cuando tenía seis años, su padre vivía en Lima y él con su madre en Huánuco; el padre que ya era coronel del ejército peruano, los hizo llamar a Lima y así llegan madre e hijo en junio de 1859. Leoncio ingresó para comenzar sus estudios a un colegio y su madre ingresó al Convento de Copacabana. El coronel EP Mariano Ignacio Prado, según testimonios de la época, siempre tuvo predilección por este niño; en una carta que Mariano Ignacio envía a la madre de Leoncio, le dice:
    Obliga siempre a este niño, que me escriba para que no se vaya a acostumbrar a ser desamorado.
    En casa de Bezada quedaron una camisitas suyas y allí quedó también su monturita para los días que quiera montar en sus caballitos que están en la hacienda de Bezada. En esta misma casa, a donde irá siempre, encontrará cariños y atenciones.
    Carta de Mariano Ignacio Prado a la madre de su hijo Leoncio Prado Gutiérrez
    De esa misma época, a los seis años, se le retrata por primera vez; la posición en la que está el niño Leoncio, es exactamente la misma a la última fotografía que se hizo años después, ya adulto. El peinado es el mismo que usó siempre. Luego de tomada la fotografía el niño Leoncio la “malogró”: había dibujado sobre su cabeza con un alfiler, un escudo nacional del Perú.
    Resultado de imagen para leoncio pradoDesde niño se sintió fascinado por la carrera de las armas: le fascinaban los ejercicios militares, las paradas y la vida del Regimiento de la Unión, del cual era jefe su padre Mariano Ignacio. Siempre acompañaba en las evoluciones a dicho regimiento y a menudo los acompañaba en sus ejercicios militares. Terminó rogando a su padre que le permitiera el ingreso en la vida militar. Por aquellos tiempos era común que en los diferentes cuerpos del Ejército hubieran niños incorporados, tuvieran la extracción que fuera: ya fuera un niño huérfano que encontraba en los cuarteles el “hogar” o niños mimados o hijos de militares que se mostraban orgulloso de que el hijo continuara la tradición familiar.
    El 1 de abril de 1861, vio cumplidos sus sueños antes de cumplir los 8 años. Vistió el soñado uniforme de militar, pasando revista en el regimiento como soldado distinguido.
    A los 9 años de edad ingresó al Colegio Guadalupe, a los doce años ya era cabo en el Regimiento de Lanceros de la Unión.
    El año 1865, su padre el coronel Mariano Ignacio Prado, era prefecto de Arequipa, después de haber desempeñado igual cargo en Tacna. Por aquel entonces, el país se hallaba inmerso en un conflicto diplomático con España que había desembocado en la ocupación por parte de una escuadra española de las islas Chincha. El Perú no disponía de una fuerza naval lo suficientemente potente como para enfrentarse a los buques españoles y los nuevos barcos encargados tardarían aún mucho en llegar. El gobierno se vio forzado a firmar el 2 de febrero el Tratado Vivanco-Pareja por el que España desocuparía las islas y, a cambio, recibiría tres millones de pesos como compensación por los gastos generados. El malestar generado por la duración del conflicto y la actitud del gobierno, que la opinión pública consideraba débil, se recrudeció. El tratado fue considerado una humillación. El día 28 el coronel Prado se sublevó e inició una campaña militar, en la que participaría Leoncio, que culminó con la toma de Lima el 6 de noviembre del mismo año. 

    En la guerra por la independencia de Cuba

    En 1874, partió para Cuba, acompañado por sus hermanos paternos Justo y Grocio que se alistaron también en el ejército libertador. Toma parte Leoncio Prado en las principales acciones de guerra, pero no está satisfecho. Cree que su aporte personal no es del todo eficaz. Sueña con acciones mayores y sin sujeción a disciplinas, donde pueda desarrollar iniciativas que den resultados grandiosos. Ese carácter le lleva a diseñar un proyecto audaz que asombra por su magnitud. Decía Leoncio Prado: “Los buques con que debemos combatir están bajo bandera española”. Y explica su audaz proyecto que consiste en capturar dichos buques y volverlos contra los españoles, después de hacer prisionera a su tripulación.
    Luego de bregar mucho, logra convencer a los altos mandos republicanos cubanos, quienes le dan pase a su audaz proyecto. Al respecto, el Presidente de Cuba Tomás Estrada Palma, le escribe:
    “Camagüey, agosto 6 de 1876
    Señor Leoncio Prado
    Oficial de la Marina Peruana
    Muy estimado señor Prado:
    La atenta carta de Ud. Que me ha sido entregada por el Coronel Fernando López de Queralta, bastaría a falta de otras razones, para demostrar los ardientes deseos que Ud. anima a favor de la causa de Cuba.
    Teniendo antes de ahora noticias de los generosos esfuerzos realizados por Ud., con el propósito de tomar parte activa en la contienda de que son testigos nuestros campos hace 8 años y que tienen por único objeto constituir una patria independiente y libre.
    Yo me congratulo de manifestar a Ud., nuestro justo agradecimiento; pero al mismo tiempo me siento apesarado de no poder secundar desde luego el importante proyecto concebido por Ud., y del cual me ha dado pormenores el Coronel Queralta.
    En el presente caso, como en los demás de igual naturaleza, tengo que sujetarme a las reglas y prácticas establecidas en nuestra joven República.
    Por eso he creído conveniente remitir a informe del señor Agente General, el proyecto de Ud., a fin de que procediendo al estudio necesario poseamos mayores probabilidades de acierto si llegase a estimarse posible su ejecución.
    Me complazco decir a Ud., que su joven hermano Grocio se halla perfectamente bien. He resuelto que permanezca a mi lado, a fin de tener cerca la oportunidad de expresarle mi estimación. Sírvase admitir Ud., el testimonio de mi alto aprecio y las seguridades de mi amistad.
    T. Estrada”
    Carta del presidente de Cuba Tomás Estrada Palma a Leoncio Prado Gutiérrez#GGC11C
    Dos meses después de esta carta, el teniente Coronel Pío Rosado, recibió, en Nueva York, la siguiente comunicación oficial:
    Agencia General de la República
    New York, octubre 6 de de 1876
    Señor Teniente Coronel
    Pío Rosado
    Ciudadano:
    El C. Secretario de Relaciones Exteriores, me comunica en nota Nº 36 fechada en 6 de agosto, lo que a continuación transcribo:
    “El Presidente de la República se ha servido disponer comunique Ud., al Teniente Coronel Pío Rosado y Teniente Coronel A.M. Aguilera, la resolución recaída al proyecto presentado por los mismos en unión del Coronel Queralta y señor Leoncio Prado, desde Kingston, julio 8 de 1876, aplazando ocuparse del asunto en oportunidad favorable, entendiéndose que dicho aplazamiento no afectará la obligación en que están aquellos jefes de cumplir con lo previsto en la Ley de 16 de marzo del corriente año, relativo al regreso de los militares al territorio de la República”.
    Lo que comunico a Ud., suplicándole acusar recibo de la presente.
    P. y L. Miguel Aldana
    A.G.”.
    "Para ser completa la emancipación de la América Colonial, el mar Atlántico reclama un 2 de mayo tan americano y concluyente como lo tuvo el mar Pacífico en las aguas del Callao”. Con este pensamiento, escrito en una de sus cartas, Leoncio Prado no podía amilanarse ante la negativa del gobierno cubano para poner en práctica su plan. Solicita y obtiene una patente de corso a fin de proceder por su cuenta y riesgo. Había reunido a una élite de valientes jóvenes cubanos. Contaba además con todo el apoyo de su padre, el Presidente del Perú, que en todo momento favoreció privada y oficialmente la noble causa de la independencia cubana.
    Leoncio Prado seleccionó a un grupo de valientes cubanos decididos a ir a la muerte si fuera preciso por el ideal de la libertad. Los conjurados eran 10 jóvenes, perfectamente disciplinados para la empresa cuyas proyecciones y ejecución ignoraban y confiando solamente en el valor, la audacia y la inteligencia de su jefe. Estos valerosos cubanos fueron: capitán Manuel Morey, Domingo Vélez, Pedro Castero, Miguel Gutiérrez Pití, Eduardo Deetgan, Manuel Blanco, Leonardo Álvarez, Eugenio Carloto, Casimiro Brea e Ignacio Zaldívar.
    Se reunieron todos en Kingston, Jamaica y de ahí se dirigieron a los diversos puertos, donde debían esperar las instrucciones finales. Los últimos en partir fueron Leoncio Prado, Manuel Morey y Domingo Vélez, para reunirse nuevamente en Puerto Plata, República Dominicana. Todos se reunieron el 3 de noviembre en Puerto Príncipe, Haití.
    Resultado de imagen para leoncio pradoEl 7 de noviembre llegó a Puerto Plata el vapor español “Moctezuma”, procedentes de Saint Thomas y con destino a los puertos de Cuba. El “Moctezuma” estaba armados con dos cañones y tripulado por 60 hombres y al servicio del gobierno español de Cuba. Prado al tomar conocimiento de la importancia del buque y de que salía el mismo día, resolvió embarcarse en él, sin esperar la llegada de los conjurados de Saint Thomas. Apresuradamente hizo guardar en el equipaje doce machetes y ordenó que sus pocos compañeros se armaran con revólveres, tomando pasajes escalonadamente a fin de no despertar sospechas.
    Guerra del Pacífico
    A su llegada, el gobierno lo comisiona a Estados Unidos para la compra de armamentos. El 9 de agosto retorna al Perú y el 15 del mismo mes se embarca hacia Arica, en donde se encontraba su padre el presidente Mariano Ignacio Prado, a quien solicita un puesto en la guerra. Leoncio Prado retorna al Callao para recibir a sus hermanos Justo y Grocio, que regresaban de los campos de batalla cubanos.
    Al respecto, escribía Leoncio Prado: "Mis hermanos deben llegar a ésta el 12 del corriente (septiembre) y como es natural a mí me toca definir sus respectivas situaciones colocándolos del mejor modo posible...Han llegado sin novedad, Antonio (Manuel Antonio Prado) ha sacado para ellos los despachos de capitanes y marchan al frente". Justo y Grocio Prado obtienen grados similares a los que tenían en el Ejército de Cuba. Leoncio Prado parte nuevamente a Arica, en donde espera sus órdenes. "Cansado de esperar una resolución cualesquiera, respecto a mi persona, me resolví venir a este puerto, con el objeto de deslindar definitivamente mi situación, que cuando es incierto es desesperante".
    El gobierno le asigna la organización de un cuerpo de torpederas que debía actuar en la Isla del Alacrán del puerto de Arica. Se instala en un islote y desde ahí prestó importantes servicios al Perú, ya vigilando las costas peruanas, ya haciendo retroceder al enemigo cuando intentaba sus sorpresivos ataques, ya luchando en cooperación con el Manco Cápac, tal como consta en los partes de guerra del combate naval que se realizó el 24 de febrero de 1880.

    Jefe de guerrilleros

    A la subida al poder del civil Nicolás de Piérola Villena, viene la reorganización del ejército y Leoncio Prado recibe la orden de formar y comandar un cuerpo de guerrilleros para actuar independientemente pero en conexión con la jefatura Suprema, que la ejercía el contralmirante Lizardo Montero, Comandante en Jefe del Ejército del Sur.
    En esa condición asistió a la Batalla del Alto de la Alianza, “donde se batió con singular denuedo” y luego, cubriendo la retirada cuando se produjo el desastre del ejército aliado. Los “Guerrilleros de Vanguardia” del coronel Leoncio Prado dieron mucho que hacer al ejército chileno en la campaña del sur, al atacar sus avanzadas o filtrándose por sus líneas para caer por retaguardia atacándolas para desaparecer enseguida, dejando desorientados a los chilenos. Era tan eficaz la acción de Leoncio Prado que el comando del ejército chileno destacó al coronel Orozimbo Barbosa Puga para, que con fuerzas muy superiores, persiguiera a los “Guerrilleros de Vanguardia”.
    Prisionero en Chile
    La situación de Leoncio Prado y sus guerrilleros se tornaba cada día más peligrosa. La persecución del coronel Orozimbo Barbosa, terminó el 21 de julio de 1880, en Tarata, donde se entabló un singular combate con la pequeña fuerza de Prado. Una lucha feroz de generalizó. Los guerrilleros fueron cayendo uno a uno, resistiendo a pie firme las acometidas del enemigo. El combate no podía durar mucho y, no duró. Las superiores fuerzas chilenas, hicieron que los guerrilleros fueran cayendo, los que fueron muertos en su gran mayoría. Al final del combate, Leoncio Prado se encontraba entre un hacinamiento de cadáveres y heridos. Un oficial chileno, viéndolo luchar con denuedo con las ropas destrozadas, evita que sus soldados disparen contra él. Lo conduce prisionero ante el coronel Orozimbo Barbosa quien después de oír el relato del combate. Le dice: “Quiero que mis oficiales se honren con la compañía de usted”.
    Fue trasladado a Chile, con grandes consideraciones siendo internado en la prisión de San Bernardo, rechazando varias veces el ofrecimiento de libertad que tenía por condición "comprometerse a no volver a empuñar las armas". Pero, finalmente, considerando que prisionero era nula su contribución a la causa de la resistencia, fingió aceptar la propuesta, quedando en libertad. Poco después, dando muestra de que no acataría la condición impuesta, escribió: "Cuando la patria se halla subyugada, no hay palabra que valga sobre el deber de libertarla".

    Retorna a las armas

    Llegó al Callao en febrero de 1882, informándose de inmediato sobre la lucha que en el Perú Rural libraba el Ejército de La Breña al mando del general Andrés Avelino Cáceres. Buscó motivar el ideal de la resistencia en el círculo capitalino que frecuentaba, pero sus exhortaciones no fueron escuchadas, escribiendo con decepción: "Lo que me apena es ver que en estos momentos que se juega la última esperanza de la patria, haya hombres todavía egoístas que se resisten a contribuir en una forma o en otra, a la defensa de la patria".
    Leoncio Prado y su espíritu es presa de la amargura y del dolor al contemplar la aflictiva situación de la capital bajo la dominación chilena. Su alma altiva no puede sufrir la humillación y resuelve emprender campaña contra el ejército invasor.
    Eludiendo la vigilancia que sobre él ejercía el enemigo, Leoncio Prado pasó a Huánuco con intención de plegarse a la resistencia guerrillera que allí conducía su hermano el capitán Justo Prado. Pero a poco de su llegada lo vio morir de pulmonía, desgracia que no hizo sino retemplar su espíritu. Tomó el mando de la pequeña partida de guerrilleros de Huánuco.
    Logra reunir ochenta jóvenes capitaneados por el mayor Heraclio Fernández y el doctor Enrique Rubín y con ellos marcha a Cerro de Pasco, y de esta provincia, en número de ciento cincuenta, se dirigen a las alturas de Canta y Chancay. Al principio esta fuerza sólo estaba armada de puñales y rejones y algunas armas de fuego. Bajan hasta Palpa y de allí por las alturas llegan a Sayán desde donde asedia Huacho, que estaba ocupado por un destacamento enemigo. Finalmente establece su cuartel general en Vista Alegre, que era una magnífica posición estratégica.
    Los guerrilleros de Leoncio Prado no vestían traje militar sino el de paisano, y en su mayoría poseían caballos, lo que facilitaba sus incursiones hasta cerca de la costa. Apoyado por el pueblo indio de Ihuarí, distante de Chancay 20 leguas, los patriotas tenían localizadas sus avanzadas en el punto denominado Piedra Parada, en el camino que conducía a Sayán. Varios hacendados de la región secundaban los esfuerzos de Prado, proporcionándole toda clase de bastimentos. Y todos los campesinos lo apoyaban con decisión, conformando los cuadros de combatientes y sirviendo en tareas de vigilancia y espionaje. Invistiendo grado de coronel, Prado dirigió personalmente la instrucción militar de esos contingentes, contagiándoles su fervor patriótico con arengas como aquélla que dirigiera a sus paisanos: "Hermanos de mi alma, hijos de mi pueblo: Sabed que las balas del enemigo no matan y que morir por la patria es vivir en la inmortalidad de la gloria".
    Tan pronto como el comando chileno toma conocimiento de la formación del cuerpo de guerrilleros a órdenes de Leoncio Prado y de su proximidad a la costa, dispuso de fuerzas importantes para que los persiguieran y los exterminaran. Se inicia así la persecución, pero Leoncio Prado en aplicación de una “estrategia de desgaste y atracción a terreno propicio para golpear certeramente”, emprendió la retirada a las altas serranías de la provincia de Chancay. Antes de abandonar Vista Alegre dejó un grupo de guerrilleros convenientemente parapetados, “con la consigna de cubrir su retirada”. El jefe chileno de la avanzada al descubrir dicha posición dispuso el ataque.
    Después de una corta refriega, que resisten los defensores, proceden al asalto, y ya cerca de la cumbre se ve rodar a uno, dos tres soldados. No hay duda que resisten. Continúa el fuego y las tropas chilenas toman la posición donde les esperaban, imperturbables, un pelotón de muñecos agujereados por las balas chilenas... El eco que respondía al traqueteo de la fusilería chilena, las nubes de polvo y el rodar de piedras, habían dado la ilusión perfecta del combate.
    Cubierta la retirada. La guerrilla de Leoncio Prado se establece definitivamente en las escarpadas serranías de Chancay. El cuartel general se establece en Jucul, posición que fue convenientemente parapetada aprovechándose su ventajosa ubicación. Desde ahí tuvo en jaque durante cinco meses, hasta abril de 1883, a las fuerzas chilenas comandadas por los jefes chilenos Castillo y Marchand, que no sólo no pudieron darle caza sino que se vieron impedidos siempre de acercarse al cuartel general de Jucul. Los indios de las alturas Santa Cruz, Paccho y otros pueblos más, recorrían grandes distancias para traer al cuartel general de Leoncio Prado, ya un rifle, ya cartuchos o alimentos para los combatientes. Prado había incrementado sustancialmente su fuerza guerrillera. Al respecto escribía: “A pesar de muchos tropiezos, cada día voy mejor; pues ya cuento con trescientos hombres bien armados. A este paso creo que pronto contaré con mil y entonces mucho tendrán que hacer los chilenos conmigo. La columna que manda Fernández está preciosa lo mismo que el escuadrón del doctor Rubín. Está a mi lado como jefe de Detall el coronel Alcázar”.
    Así la situación y sintiéndose fuerte con su tropa equipada con armas capaces de contrarrestar a las de los chilenos, baja a Sayán, donde se encuentra con el coronel Isaac Recavarren quien estaba comisionado por el general Andrés Avelino Cáceres para formar el Ejército del Norte. En esa condición, pide a Prado las fuerzas que comandaba aduciendo razones de carácter disciplinario. Prado contrariado, entregó las tropas y su plaza al coronel Recavarren y se quedó con su escolta compuesta exclusivamente por jóvenes huanuqueños. Con esta escolta se dirigió a Aguamiro donde se reunió con el general Cáceres quien le señaló el puesto de Jefe de Estado Mayor de la Primera División del Ejército del Norte bajo el inmediato comando del coronel Isaac Recavarren. Los guerrilleros de Leoncio Prado sintieron el cambio de jefatura, y quizá esto fue la causa de las numerosas deserciones de las tropas del coronel Isaac Recavarren antes de llegar a Huamachuco.

    Huamachuco

    El general Andrés Avelino Cáceres, se había replegado al norte del Perú, donde esperaba le fuera más propicia la campaña. El comando chileno que esperaba en el departamento de La Libertad, destacó a la división del coronel Alejandro Gorostiaga Orrego para cerrarle el paso e impedir se le uniera el coronel Isaac Recavarren, que operaba en el departamento de Ancash. La división del coronel Arriagada pisaba la retaguardia del ejército de Cáceres.
    Cáceres mediante una hábil, maniobra hace que el coronel Arriagada contramarche, deshaciéndose así de este enemigo, al mismo tiempo que se unía a las tropas del coronel Isaac Recavarren. Al tener conocimiento de esto, el coronel Gorostiaga se repliega sobre Huamachuco solicitando refuerzos con urgencia.
    Dadas las continuas marchas desde Tarma, por las escarpadas cordilleras andinas, las tropas de Cáceres se encontraban enfermos, semidesnudos y hambrientos; tan extenuados estaban que cuando se encuentran en el paso de los Tres Ríos, con el refuerzo solicitado por Gorostiaga, no pudieron darle alcance. Cáceres entonces, apelando al patriotismo de sus tropas y mediante un gran esfuerzo, logró conducirlos por caminos extraviados e infernales a las alturas de Huamachuco, y las 15H00 del día 8 de julio de 1883, disparaba los primeros cañonazos sobre la plaza ocupada por el invasor chileno. Los chilenos sorprendidos, apenas tuvieron tiempo para retirarse del cerro Sazón, posición inexpugnable que de antemano tenían preparada. Tomada la plaza de Huamachuco por parte del ejército peruano, al día siguiente se suceden algunas escaramuzas hasta el día 10.

    La Batalla de Huamachuco

    Al terminar el segundo día de la ocupación de la plaza de Huamachuco (9 de julio de 1883) por parte de las fuerzas peruanas, quedó concertado el plan de batalla. Todo estaba listo, pero la fatalidad hizo que en la noche la división del coronel Recavarren no pudiera ocupar el emplazamiento que se había señalado, lo que malogró todo el plan trazado por el general Andrés A. Cáceres Dorregaray. En vista de esta contrariedad, el alto comando peruano resolvió aplazar el encuentro. Pero ya en la madrugada del día 10, un sector, hasta el que no había llegado la orden de aplazamiento, rompió los fuegos, comprometiendo a todas las líneas. Así, la batalla intempestivamente adquirió todo su fragor.
    El arrojo de las fuerzas peruanas se sucedía al contragolpe chileno; la lucha encarnizada se desarrollaba en la pampa. De pronto las tropas chilenas se repliegan a sus primeros parapetos; el empuje peruano es desesperado esfuerzo se redobla; los combatientes ascienden al cerro Sazón, la inexpugnable posición chilena; las bandas del ejército peruano tocan dianas triunfales y en la cumbre del cerro se vislumbra la victoria. Más en este preciso momento, uno de los cuerpos peruanos agota sus municiones; un grito fatídico, escalofriante recorre las filas peruanas: "¡Municiones!… ¡municiones!..." Las tropas chilenas percatadas de tan inesperada contingencia, salta sobre las trincheras peruanas y avanza, produciéndose la derrota de las fuerzas de Cáceres.
    En el fragor de la batalla, Leoncio Prado cae al suelo desmontado, producto de la explosión de una granada y trata de levantarse. Sus ordenanzas levantan su cuerpo, mientras el herido sólo atina a decir: “¡Mi caballo…, mi caballo…!”. Pese a sus esfuerzos, no le es posible continuar en combate debido la gravedad de su herida. Esquirlas de la granada chilena le ha astillado la pierna…. Sus ayudantes lo vuelven a montar y lentamente lo sacan del campo de batalla. Tras él sólo queda en el escenario bélico el desaliento precursor de la derrota.
    Y sobreviene la hecatombe del Ejército Peruano de la Breña.
    Al caer la tarde, retirándose del campo de batalla, Prado y sus ayudantes son alcanzados por el general Andrés A. Cáceres, con sus ayudantes y algunos jefes. Al preguntar quién era el herido, Leoncio Prado, se reincorpora y le dice: “Mi general, soy el coronel Leoncio Prado. He cumplido con mi deber”, enmudeciendo luego.
    La comitiva continuó. “Se movía como el badajo de una campana al vaivén de la bestia”, señaló en un testimonio el coronel Samuel del Alcázar, testigo presencial del hecho.
    Al anochecer, ya no fue posible continuar con el herido, de modo que sus soldados lo depositaron en una cueva inmediata a la laguna Cushuro. A la mañana siguiente se presentó en el refugio un sacerdote enviado por el general Cáceres, quien le dio la bendición y los santos óleos, luego se marchó. Cerca de ahí vivía el indio Julián Carrión, a quien se le encargó que fuera al pueblo en busca de auxilios. Carrión no sólo se prestó para tal comisión, sino que refugió al herido en su casa. Carrión llegó al pueblo y entregó el recado a personas que no guardaron la discreción del caso, revelando el nombre del oficial herido. Se extendió la noticia que llegó al cuartel general chileno, hicieron tomar prisionero a Carrión quien fue obligado a confesar el paradero del oficial. Un grupo de veinticinco soldados al mando del teniente Aníbal Fuenzalida, se dirigió a Cushuro, llevando de guía al indio Carrión.
    Captura del coronel Leoncio Prado
    Con respecto a ese momento, el historiador chileno Nicanor Molinare, en su libro sobre la “Batalla de Huamachuco”, dice:
    Una de las figuras militares enemigas más atrayentes de la guerra del Pacífico, quizá la que descolló más, por su amor al Perú, por el denuedo con que defendió siempre sus colores y por su valor indomable, fue, sin duda, la del coronel Leoncio Prado.
    La muerte de este hombre extraordinario, tiene tonalidades tan grandiosas, fue tan admirablemente estoico para morir, que como un homenaje a la memoria de tan valiente jefe peruano, publicamos este emocionante episodio de su vida, que sin duda es la página más hermosa de la historia del Perú en la última campaña, tomándola de nuestra Historia de la Batalla de Huamachuco, que verá la luz pública entre breves días.
    Si hubiera imaginado, compañero, que le iban a fusilar, tenga la seguridad que no lo tomo prisionero, decía el año próximo pasado mi querido amigo, el mayor retirado, Don Aníbal Fuenzalida, refiriéndose al coronel Leoncio Prado. Figúrese usted, que Pradito estaba herido gravemente, tenía un balazo horrible en la pierna izquierda: mire, la tenía hecha astillas, compañero, si lo sabré yo, si lo recogí de una quebrada el día 13 de julio, dos días después, el 15 temprano, poco después de las 8 de la mañana, era domingo, lo fusilaron, y en su propia camilla.
    Aquél militar chileno, que había estado al mando del pelotón que capturó a Leoncio Prado, agregaba, relatando a Molinare la tragedia de Huamachuco:
    Le voy a relatar punto por punto, todo cuanto sé, respecto al coronel Leoncio Prado, a quien tomé prisionero, de quien fui amigo cerca de dos días y a quien no vi morir porque cuando lo fusilaron había yo partido de Huamachuco.
    De orden superior de mi jefe, el inteligente mayor Fuentecilla, salí temprano el día 13 de julio en comisión a recoger armas y muy especialmente a buscar dos cañones que faltaron de los doce que había tenido la artillería enemiga.
    Cerro arriba nos lanzamos por el Morro de de Flores, altura que queda encima, como quien dice para el sur de Huamachuco; llegamos a la cumbre y una vez en ella bajé con mi tropa para el otro lado, como para Entre Ríos o Silacochas, y con paciencia principiamos a registrar todas las quebradas, vallecitos y hondonadas que forman aquellas agrestes serranías.
    Estos cerros que se presentan pelados, sin un arbustito hacia el costado norte para el que mira el pueblo, una vez que descienden hacia Silacochas, principian a cubrirse de vegetación; en sus quebradas se encuentra agua y también árboles y bosquecillos.
    Mi tropa andaba dispersa, con orden de no separarse mucho y de registrar con sumo cuidado cuanto rinconcito hubiera; yo disponía de 30 hombres y de mi corneta Vílchez. Quince de los “niños” andaban a caballo, los demás a pie. Como le decía a usted, en partiditas, los soldados recorrían los cerros.
    De repente, un artillero, cuyo nombre he olvidado, sintió que alguien se quejaba, más bien dicho, le pareció oír murmullo de una conversación; el hombre preparó su carabina por lo que pudiera acontecer y, con cautela, agazapándose, se fue acercando hacia el lugar de donde creía que venían las voces.
    Pocos instantes después le hablan así con voz entera: “Avance Usted sin cuidado, que estoy herido; yo soy el coronel Leoncio Prado.
    Y, efectivamente, mi artillero tenía a su frente, bajo una ramita, lo que los soldados llaman un torito, recostado en el suelo, sobre un cuero de oveja y una manta, a un hombre moreno, la nariz perfilada; de pelo negro y muy crespo y que usaba bigote y una insignificante pera militar.
    El herido, sin ser otro, era el coronel Leoncio Prado, hijo natural del Presidente del Perú, don Mariano Ignacio Prado, y Jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro, es decir del primer ejército de Cáceres.
    Cuando mi artillero vio herido a Prado, o a Pradito, como todos le nombraban en el Perú, se quedó mirándolo al oír la tranquilidad con que le dirigía la palabra.
    Y Pradito, con toda calma, le dijo: “Hazme un favor, dame un tiro aquí, en la frente.
    Pídale ese servicio a mi Teniente Fuenzalida”, le contestó el soldado, y corrió a darme parte.
    No pasó mucho tiempo y yo y otros soldados más, estábamos al lado del que fue mi pobre amigo el coronel Prado. ¡Qué hombre tan simpático, tan ilustrado y atrayente, compañero!; mire, encantaba conversar con él, de todo sabía, poseía el inglés y el francés lo mismo que el español; y con él podía usted hablar de artillería y tratar cuestiones guerreras a fondo, porque era hombre buen instruido, de estudio y muy sabido.
    En cuanto estuve a su lado y después de darnos un afectuoso apretón de manos, me rogó que lo despachara al otro mundo, porque sufría dolores atroces a causa de la herida, y porque, suponía, le habrían de fusilar. “Naturalmente, le hice desechar tan negra idea, porque imaginé que estando tan gravemente herido, mi coronel Gorostiaga no lo ejecutaría”. “Compañero”, recuerdo que me dijo a propósito de su herida: “Este pobre chino es tan bueno, que por más que he hecho, no ha querido, cortarme la pierna herida”, y mostraba el muslo izquierdo horrorosamente fracturado encima de la rodilla.
    Y nuestra conversación duró el tiempo necesario para armar una camilla y pronto regresamos todos a Huamachuco.
    Usted se imaginará con cuanto cuidado bajamos aquellos empinados cerros. Qué hombre tan alentado. Usted supondrá que el camino era harto malo y que aquel hombre no se quejó una sola vez; hizo el viaje como en una cama de rosas.
    Muerte del Coronel Leoncio Prado

    Versión del fusilamiento

    Fue encarcelado y sospechó de su sentencia a muerte cuando el cirujano militar se negó a amputar la pierna herida. Cosechó simpatías entre los componentes del ejército enemigo y comentó la buena puntería de los cañones chilenos a la vez que alabó el valor de sus soldados.
    Según la versión chilena el coronel Leoncio Prado, conocido como "Pradito", fue sentenciado a muerte por haber faltado a su palabra de oficial. Siendo prisionero de guerra, fue puesto en libertad bajo palabra de honor de no seguir haciendo la guerra a Chile. Esta era la única pena posible, para quien a pesar de haber dado su palabra, fue capturado a consecuencia de una cruenta batalla, en la que se había comprometido a no participar. Sin embargo es necesario señalar que fueron fusilados también, oficiales del ejército peruano que no se encontraban en la condición de Prado como fue el caso del coronel Miguel Emilio Luna, el capitán Florencio Portugal entre otros.
    En 1912 el mayor chileno Aníbal Fuenzalida narró al historiador Nicanor Molinare la forma en que, según su versión, murió Leoncio Prado señalando que cuando fue interrogado acerca del por qué había incumplido su promesa de volver a pelear, Prado afirmó "que en una guerra de invasión y de conquista como la que hacía Chile y tratándose de defender a la Patria, podía y debía empeñarse la palabra y faltar a ella".
    Según el oficial Fuenzalida, Leoncio Prado dijo que realmente había dado su palabra cuando fue prisionero en junio de 1880 en Tarata, sin embargo "me he batido después muchas veces; defendiendo al Perú y soporto sencillamente las consecuencias. Ustedes en mi lugar, con el enemigo en la casa, harían otro tanto. Si sano y me ponen en libertad y hay que pelear nuevamente, lo haré porque ése es mi deber de soldado y de peruano".
    El capitán Rafael Benavente hizo, por su parte, el relato de los momentos que precedieron al fusilamiento y también de esta escena. Cuando se le notificó cuál iba a ser su suerte, Leoncio Prado manifestó que tenía derecho a morir en la plaza y con los honores debido a su rango porque era Coronel y pertenecía al Ejército regular del Perú, pero su pedido no fue atendido y se le indicó que sería fusilado en su propia habitación.
    Luego pidió un lápiz y escribió la siguiente carta:
    "Huamachuco, 15 de julio de 1883. Señor Mariano Ignacio Prado. Colombia. Queridísmo padre: Estoy herido y prisionero; hoy a las .... (¿qué hora es? preguntó. Las 8.25 contestó Fuenzalida) a las 8:30 debo ser fusilado por el delito de haber defendido a mi patria. Lo saluda su hijo que no lo olvida Leoncio Prado".
    Antes de su ejecución, Leoncio Prado solicitó tomar una taza de té.
    Enseguida, cuando entraron dos soldados pidió que fuera aumentado su número para que dos le tirasen a la cabeza y dos al corazón. Al ser cumplido este pedido dio breves instrucciones a la tropa sobre la trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el cachuchito de lata en el que había estado comiendo.
    Se despidió enseguida de los oficiales chilenos, los abrazó, les dijo: "Adiós compañeros". La habitación era pequeña. Al frente y al pie de la cama se colocaron los cuatro tiradores y detrás de ellos se pusieron los tres oficiales allí presentes. El Coronel Leoncio Prado cumplió con dar las órdenes para la descarga. "Todos llorábamos (manifestó Benavente) todos menos Pradito".
    Se mandó fusilar al militar que había ganado el corazón de sus enemigos, dicen que los integrantes el pelotón de ajusticiamiento dispararon sus armas con los ojos nublados por la lágrimas. La muerte de Leoncio Prado se valoró como la de un héroe. Se relata así:
    Nos colocamos tras los cuatro soldados; las lágrimas nublaron mi vista. ¡Todos lloramos, todos, menos Pradito!
    Tomó la cuchara, le pegó un golpecito para limpiarla, enderezó un poco más el cuerpo, se irguió; saludó masónicamente con la cuchara, pegó pausadamente los tres golpes prometidos, sonó una descarga y, dulcemente, expiró en aras de su patriotismo, por su nación, por el Perú, el hombre más alentado que he conocido, el heroico coronel Leoncio Prado.
    El cabo avanzó dándole un balazo en el pecho, para cumplir con la ley, acabó de apagar así los latidos de ¡aquél gran corazón que no palpitó sino para servir a su patria
    Resultado de imagen para leoncio prado
    La versión chilena con el vivo testimonio de los que estuvieron en el sacrificio, es la única fuente primaria de su muerte, dado que los oficiales chilenos fueron los únicos que presenciaron los últimos momentos de Leoncio Prado.
    El asistente asiático compale José a que se refiere el testimonio del capitán Rafael Benavente B., fue un cocinero de la familia propietaria del inmueble que sirvió de cuartel general en Huamachuco a los chilenos, él quedó durante dicha ocupación al cuidado del inmueble, según Fuenzalida fue encontrado en compañía de Prado cuando fue capturado, no se menciona nada del guía Julián Carrión ni de la ejecución de los ordenanzas del coronel Prado: Patricio Lanza y Felipe Trujillo.
    Con respecto a la fecha del fusilamiento, la mayoría de los historiadores, la han confundido, el relato del historiador chileno Molinare, la fija el 15 de julio.

    Javier Pulgar Vidal
    Resultado de imagen para javier pulgar vidal
    Nació en Panao, Huánuco, Perú, el 2 de enero de 1911, hijo de Francisco Pulgar Espinoza y de Eumelia del Carmen Vidal. Desde temprana edad demostró inquietud por la naturaleza y recorrió ríos, alturas, valles, punas y jalcas. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Nacional de Minería en Huánuco. En 1931 viajó a Lima para cursar sus estudios superiores. Ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú ocupando el primer puesto para estudiar Letras. Fue nombrado profesor auxiliar de Filosofía de la Religión (1932) y auxiliar de la cátedra de geografía (1933). Se graduó de doctor en Letras en 1939, con la tesis «Introducción al estudio del río Huallaga», en cuatro volúmenes. Posteriormente, en 1941 se graduó de bachiller en Derecho, con su tesis «Situación jurídica del profesor de institutos particulares de enseñanza» y obtuvo su título de abogado.
    En 1940, en la Tercera Asamblea General del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, el Dr. Javier Pulgar Vidal presentó su tesis: Las ocho regiones naturales del Perú, que marcó una ruptura respecto a la tradición de las tres regiones clásicas: costa, sierra y selva. Posteriormente precisó que en el país existen 96 zonas de vida natural, una biodiversidad tan amplia que lo convierte en uno de los países con más recursos naturales del planeta. El sabio Pulgar Vidal publicaría además más de cincuenta publicaciones sobre temas de carácter científico.
    Entre 1941 y 1944 ejerció como secretario del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, bajo el primer gobierno de Manuel Prado Ugarteche. Viajó a Washington D.C., donde trabajó como geógrafo analista (1943-1944).
    Fue elegido diputado al Congreso Nacional de 1945-1948, representando a la provincia de Pachitea, Huánuco, llegando a ser secretario de su Cámara. En 1946 pasó a ser catedrático de Geografía del Perú en la Universidad de San Marcos, donde fundó al año siguiente el Instituto de Geografía y, dentro de él, el Fondo Toponímico Peruano. En ese mismo año de 1946 se casó con Margarita Biber Poillevard, una joven doctora en Educación, a los 35 años de edad.
    Debido al golpe de estado de Manuel A. Odría de 1948, se asiló en la embajada de Colombia, y luego marchó desterrado a Bogotá. Allí impartió clases en diversas universidades y trabajó como asesor de la Contraloría General y del Ministerio de Agricultura de ese país, donde organizó un fichero científico agropecuario. En 1954 fundó en Bogotá la Universidad Jorge Tadeo Lozano , donde fue decano de la Facultad de Recursos Naturales y de Ciencias Geográficas.
    Resultado de imagen para javier pulgar vidalEn 1958 regresó al Perú, donde fundó la Universidad Comunal del Centro, con sede en Huancayo, que luego fue nacionalizada con el nombre de Universidad Nacional del Centro, la misma que estableció filiales en Cerro de Pasco, Huánuco, Lima y Huacho. Estas filiales se emanciparon a partir de 1962 y dieron origen a las Universidades Daniel Alcides Carrión, Hermilio Valdizán, Federico Villarreal y Faustino Sánchez Carrión, respectivamente.
    En 1962 se reincorporó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), donde ejerció la dirección del departamento de Geografía. Se jubiló en 1975, recibiendo el título de geógrafo profesional y catedrático emérito de la institución.
    Luego desempeñó cargos públicos, como el de jefe del Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (hoy Instituto Nacional de Recursos Naturales) [1985], embajador plenipotenciario y extraordinario en Colombia (1986-1988 y 1989-1990) y asesor del Instituto Nacional de Salud (1992).
    En diciembre de 1946 se le otorgaron las Palmas Magisteriales del Perú en grado de Amauta. Entre otros reconocimientos destacan la Orden de San Carlos en grado de Gran Cruz (otorgado por el presidente de Colombia); la Gran Orden del Cóndor de Chavín; aparte de ser nombrado Profesor Honoris Causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Nacional del Centro del Perú, de la cual fue fundador y segundo rector. Además la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas lo nombró Rector Honorario Vitalicio.
    Fue fundador de seis universidades en el Perú: la Universidad Nacional del Centro del Perú, con sede en Huancayo; la Universidad Nacional Federico Villarreal, con sede en Lima; la Universidad Nacional Hermilio Valdizán, con sede en Huánuco; la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, con sede en Cerro de Pasco; la Universidad Alas Peruanas, con sede en Lima y otros campus en el país; y la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, con sede en Huacho. Y en Colombia, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en 1954.
    Javier Pulgar Vidal falleció el 18 de mayo de 2003 a las 11 a.m. en Lima y fue sepultado en el cementerio Parque del Recuerdo de Pachacámac.
    Publicaciones
    • Las ocho regiones naturales del Perú (1938, aumentada en sucesivas ediciones).
    • Geografía humana general y del Perú (1938)
    • Ensayos geográficos (3 fascículos, 1939-1941)
    • Historia y geografía del Perú (1946).
    • Geografía económica de Colombia (1955)
    • Diccionarios de ingenieros agrónomos [de Colombia] (2 volúmenes, Bogotá, 1954)
    • Notas para un diccionario de huanuqueñismos (1967)
    • Conversatorios sobre la Amazonía peruana y sus problemas (1978)
    • Los recursos naturales del Perú (1985)
    • Perfil ambiental del Perú (1986)
    • Análisis geográfico de la región Nor Oriental del Marañón (1989)
    • Mapa de las ocho regiones naturales del Perú (1989)
    • La sabiduría ecológica tradicional (1993).
    Las 8 regiones naturales del Perú
    Resultado de imagen para javier pulgar vidalJavier Pulgar Vidal diferenció 8 regiones naturales en el Perú, según la nomenclatura siguiente:
    "se llama chala a las tierras que lindan con el mar en el lado occidental del declive andino; yunga a las tierras de clima cálido de los valles y quebradas que trepan al Ande inmediatamente después de la chala, y a los valles y quebradas de igual clima que se extienden en el declive oriental andino; quechua a las tierras templadas que se extienden en ambos declives; suni a las tierras frías; puna a los altiplanos muy fríos; janca a las cumbres nevadas o regiones blancas del país; rupa-rupa a las selvas altas ubicadas en el declive oriental de los Andes; y Amazonia o selva baja a la inmensa llanura por donde discurren los ríos que van a desembocar al Atlántico".
    Daniel Alomía Robles
    Resultado de imagen para daniel alomia roblesNació en la ciudad de Huánuco el 3 de enero de 1871. Falleció en Lima el 17 de julio de 1942. Daniel Alomía Robles hijo de Marcial Alomía y Micaela Robles. Su padre Marcial Alomía era un inmigrante de origen Francés y Micaela Robles de nacionalidad Peruana. Al cumplir 13 años (1884), su madre lo envía a Lima donde su tío Antonio Robles. Estudia secundaria en el Colegio "Nuestra Señora de Guadalupe". Por sugerencia de su nombrado tío y benefactor, se inició en el dibujo, la pintura y la escultura, artes que luego las abandonaría por la música y el canto, cuya vocación le era innata.En 1887, en plena adolescencia, conoció al maestro Manuel de la Cruz Panizo (negro liberto), compositor y cantor de música religiosa en varias iglesias y monasterios de Lima. Este lo instruyó en el solfeo y en el canto coral. Muerto Panizo (30 de mayo 1889), su aprendizaje musical lo continuó con Claudio Rebagliati, músico italiano, que armonizó y orquestó el Himno Nacional Peruano. A la hora de seguir sus estudios profesionales, Alomía Robles optó por estudiar en la Escuela de Medicina de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En uno de viajes de estudio a Matucana, toma interés en la curación de la uta con hierbas procedentes de la montaña y decide viajar a la selva para estudiarlas, llegando a San Luis de Shuaro (Chanchamayo). En este poblado conoce al padre franciscano español, José Gabriel Sala, quien lo encamina hacia su destino. Le suministra dos piezas musicales de la etnia asháninka,(Dos cantos Campas), las dos primeras en su colección de música. Entonces deja el estudio de la medicina dedicándose por entero a la música: composición, arreglo y recopilación de temas andinos, herencia del pasado incaico. Viajero infatigable desde los 24 años, recorrió el Perú profundo con su propio peculio. Se interna por los más abruptos lugares de la serranía. Recopila los cantares y la música popular tradicional, captando melodías ancestrales y leyendas de las épocas incaica y colonial. Colecciona instrumentos musicales y ceramicos de las culturas precolombinas del Perú. Alomía Robles se casó con la pianista cubana, Sebastiana Godoy Agostini, con quien tuvo diez hijos. Cuando Sebastiana murió de cáncer, desposó a su cuñada, Carmela Godoy Agostini. Con esta procreó dos hijos más, los cineastas peruanos Armando Robles Godoy y Mario Robles Godoy. Es conocida, su nieta la periodista Marcela Robles, hija de Armando. En 1905 fue Alcalde de la ciudad de Huacho. En 1910 el padre Alberto Villalba Muñoz lo presenta en la Universidad de San Marcos como calificador —al lado de Castro yAlviña—, de la escala pentafónica de la música andina. Hecho que la distingue de la escala heptafónica de la música occidental. Viajó en 1917 a New York, con paradas en Ecuador y Cuba.Las casas RCA Víctor y Brunswich grabaron en 24 discos sus principales obras. El 16 de junio de 1933 arribó al Callao, regresando a la patria tras prolongada residencia en Nueva York . El maestro Rodolfo Holzmann confeccionó un catálogo de 1056 obras entre recopilaciones y composiciones del trabajo realizado por Alomía Robles. Diversas instituciones y personalidades del mundo artístico estadounidense manifestaron profundo interés por su obra: Mr. Peter H. Goldsmith, director de la división interamericana de la American Association for International Conciliation; el maestro Edwin Franko Goldman, director de la banda del mismo nombre; las fundaciones Carnegie y Guggenheim; la Universidad de Columbia y la Universidad de Yale; la Unión Panamericana en Washington y el presidente Harding de EE.UU. Este último propuso su ópera Illa Cori para ser estrenada en las grandes ceremonias de apertura del Canal de Panamá, en 1914. Lamentablemente, el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) frustró el proyecto. Entre sus obras más conocidas se puede mencionar : La zarzuela "El Cóndor Pasa", "Himno al Sol", El poema sinfónico "El resurgimiento de Los Andes" la ópera "Illa Ccori"
    Resultado de imagen para daniel alomia roblesAfincado en Lima, recibe homenajes, un nombramiento para un cargo público (jefe de la sección de Bellas Artes del Ministerio de Educación de Lima) y numerosos estrenos con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta de su entonces titular, maestro Theo Buchwald.
    Atacado de septicemia, fallece en Chosica a 30 km al este de Lima el 17 de julio de 1942 a los 71 años de edad, dejando inconclusas varias composiciones y el proyecto de un departamento de investigación con el compositor puneño Theodoro Valcárcel, artista también de estirpe y vocación andinas.
    Compositor y musicólogo
    Daniel Alomía Robles, fue un infatigable compositor de honda raigambre andina. Sus conceptos musicales difieren radicalmente del academismo imperante en la época. Fue, sin lugar a dudas, el primer compositor peruano y, tal vez, latinoamericano, que basó su trabajo de constructor musical en la investigación y estudio constante de los materiales sonoros nativos, específicamente andinos, es decir, aquellos que definen —como afirmara Manuel González Prada— "el verdadero Perú, la nación formada por la muchedumbre de indios diseminados en la Cordillera".
    Su trabajo creativo encontró en los géneros populares, en la canción y en las breves piezas pianísticas efectivos canales de expresión mezclados en sencillas y espontáneas estructuras formales. Obviamente, en trabajos más elaborados, obras de cámara, sinfónicas y dramáticas, no pretendió alcanzar las complejidades del convencional desarrollo o variación académicas, propias de las concepciones europeas, pero sí dejó hermosos testimonios de una auténtica búsqueda de expresión musical peruana.
    Si aparentemente los méritos del recopilador opacaron su genuino talento creador, es necesario establecer que su labor de musicólogo únicamente constituye sólido complemento y fuente de inspiración para la del compositor.
    Alomía Robles no sólo legó una estupenda colección de melodías nativas sino que logró, como compositor, una propuesta sencilla, pura y espontánea en el manejo de los materiales sonoros andinos, propuesta visionariamente ligada al quehacer del compositor peruano del mundo contemporáneo.
    Sus últimos años los dedicó a revisar su Colección de Melodías Populares, recientemente publicada por su hijo.
    Obras
    Aparte de esta colección, cabe mencionar entre sus obras la ópera Illa Cori (o La Conquista de Quito por Huayna Cápac); la zarzuelaAlcedo, de la que sólo queda la Sereneta', 88 canciones para voz y piano, destacando aquellas basadas en poemas de Manuel González Prada; una Misa de gloria (1909); los poemas sinfónicos El indio, El amanecer andino, y El surgimiento de los Andes; y numerosas piezas para piano que incluyen Las Acllas en el Coricancha, En el Caribe, y varios valses, marineras, y foxes. Todas con el característico sabor andino que caracteriza a Robles.
    La zarzuela El cóndor pasa (cuyo Pasacalle y Cachua son sus obras más conocidas) fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Naciónel 16 de marzo de 2004. Esta zarzuela está escrita en prosa y consta de un acto y dos cuadros. El Colectivo Cultural Centenario El Cóndor Pasa, en julio del 2013, reeditó el libreto original el cual estuvo perdido mucho tiempo, acompañado de un CD donde se encuentran grabados los diálogos y las 7 partes musicales.Fue reestrenada los días 14, 15 y 16 de noviembre de 2013, en el Teatro UNI de Lima, celebrando su primer centenario. La música fue reconstruida a partir de la partitura original escrita por el autor. Este trabajo (incluido el reestreno de la zarzuela), fue posible gracias al esfuerzo del musicólogo Luis Salazar Mejía y al gestor cultural Mario Cerrón Fetta,(integrantes del colectivo mencionado), quienes no contaron con ayuda alguna, ni pública ni privada. El Pasacalle El cóndor pasaha sido interpretada por artistas tan famosos como el dúo Simon & Garfunkel.Aparte de esta colección, cabe mencionar entre sus obras la ópera Illa Cori (o La Conquista de Quito por Huayna Cápac); la zarzuelaAlcedo, de la que sólo queda la Sereneta', 88 canciones para voz y piano, destacando aquellas basadas en poemas de Manuel González Prada; una Misa de gloria (1909); los poemas sinfónicos El indio, El amanecer andino, y El surgimiento de los Andes; y numerosas piezas para piano que incluyen Las Acllas en el Coricancha, En el Caribe, y varios valses, marineras, y foxes. Todas con el característico sabor andino que caracteriza a Robles.
    Resultado de imagen para daniel alomia robles
    En 1965, el músico estadounidense Paul Simon conoce la versión de la melodía del grupo Los Incas en una presentación en el Théâtre de l'Est parisien (París) en la cual participaron ambos. Simon solicita permiso al grupo para emplearla en su producción, a lo que el grupo reporta la canción como una melodía de autoría popular peruana con arreglo de Jorge Milchberg (director de Los Incas). Milchberg figura como co-autor del arreglo pues le añadió dos notas, por lo que cobró derechos de autor. En 1970, el dúo Simon & Garfunkel realizó una versión de la interpretación de Los Incas con letra en inglés escrita por Simon bajo el nombre de El Condor Pasa (If I Could) e incluida en el disco Bridge Over Troubled Water. Esta versión alcanzó una gran fama internacional. En los créditos no figuraba como compositor Daniel Alomía Robles, ya que se consideró que era una melodía del folklore andino, sólo figuraba Simon como autor de la letra.